Honradez a prueba de bombas, honestidad democrática, honor y españolismo, sentido de Estado y socialismo puro... esa fue la herencia que se encontraron los modernos Felipe González y Rodríguez Zapatero. ¿Y cómo la administraron? En honor de Felipe González hay que decir que al menos intentó conservar algo y que lo habría logrado si no hubiese caído en la corrupción y la guerra sucia. Con él el socialismo inició la pérdida de la honradez y la honestidad democrática, pero mantuvo el españolismo y algo del sentido de Estado.
Lo de Rodríguez Zapatero es distinto. Porque lo primero que salta a la palestra es que el de León ni es socialista ni es nada. El señor Zapatero es un niñato analfabeto, un correveidile, un saltimbanqui, que se encontró en el arroyo el Poder y lo está utilizando como un niño un cuchillo afilado. ¡¡Dios, si aquellos hombres levantaran la cabeza y vieran en qué manos está el Partido y España!! Un Partido que ya no es más que un rebaño de ovejas, donde cada cual sólo defiende su sueldo y su puesto en las listas y una España que está vendiendo a trozos. ¿Qué le importa al niñato el histórico PSOE de Pablo Iglesias? ¿Qué le importa España y una unidad de quinientos años? Está claro, si a este muchachito analfabeto le dejan un día más el juguete España acabará vendiéndose en el Rastro y si le dejan el Partido dentro de dos años no lo reconocerá ni la madre que lo parió (en este caso padre). Por eso hay que decirlo bien alto y bien claro: NI EL PSOE PODÍA LLEGAR A MENOS NI ZAPATERO A MÁS.
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